Fátima Llauró

  Para capturar las impertinencias de un espacio, elegí este lugar particular que frecuento todos los días, pero escasamente habito. La principal razón de mi decisión fue el hecho de que es un espacio inhóspito en mi casa. Funciona como un cadáver de elementos que ya no se usa, que están cubiertos de polvo, con la pintura rascada y particularmente huellas de que alguna vez se usaron y fueron centro de un hogar. El lugar en donde yacen los elementos es siempre el mismo, pero no cumplen ninguna función, nadie los usa, a veces alguno se sienta en la silla, apoya algo en la mesa, pero jamás recuperan la vitalidad que tenían antes. La tela que cuelgan del árbol está desgastada, casi putrefacta, y aun así nadie la quita de ese lugar. Son escombros de una vida pasada, pero recuerdan a otros tiempos, y de alguna forma, siempre se van a mantener allí. A su vez, estos elementos contrastan con la vitalidad del espacio, el pasto verde, las hojas, el cielo, por eso también decidí tomar las fotos en

  OJO DERECHO El lugar acotado nos deja ver sus elementos que la componen. La silla desgastada, sucia, vacía, en la intemperie. Únicamente acompañada por la mesa, en las mismas condiciones. La altura de cámara nos deja ver sus detalles, las telarañas que van acaparando su superficie hasta tragársela por completo.  OJO IZQUIERDO  En esta instancia vemos la decadencia, la putrefacción de un  lugar en desuso, el desgaste de los elementos que la componen. Este ojo percibe el paso del tiempo en esas telarañas, en esa pintura descascarada y el polvo que baña su superficie.  TERCER OJO Aquí comprendemos la relación del encuadre, la intención de connotar un espacio no solo poco frecuentado, sino abandonado, que se ha quedado en la melancolía y por eso continúa estando. Está allí, presente, pero está inhóspito, oxidado, descuidado. La silla y la mesa vacía, en soledad. Una casa que dejó recuerdos, allí presentes frente a la cámara, pero que le hace falta gente, vida, uso. En esta instancia nos